La fuerza laboral del sector construcción tiene un nivel educacional de enseñanza media científica humanista o inferior. Es decir; no cuentan con una formación que los diferencie, ya sea en cuanto a su nivel de instrucción, competencias o ámbito de especialidad.
Esta carencia se refleja negativamente en la empleabilidad de los trabajadores, pues sin una acreditación formal no pueden acceder a oportunidades adecuadas a sus conocimientos, no reciben un reconocimiento a su aprendizaje y, por lo tanto, las remuneraciones del sector son inferiores a las de otros donde sí existe una mayor diferenciación, como es el caso de la minería o el sector energético.
Esta falta de claridad también tiene efectos negativos importantes para las empresas, pues los procesos de selección y promoción se hacen difíciles, costosos, y la mayoría de las veces, poco eficaces. Hoy en día y ante la escasez de formación técnica, la promoción en el sector construcción se produce por reconocimiento a los años de servicio o se relaciona a ciertas características de la personalidad de los trabajadores; elementos que pueden generar confusiones al interior de las compañías, pero que, con el aumento de técnicos, podría regularse y la promoción podría generarse, en mayor porcentaje, por el reconocimiento a las capacidades de un trabajador para el desempeño de un cargo superior.
Un ejemplo es la función del supervisor de obra, un cargo importante dentro de la estructura organizacional de las empresas de edificación. El cargo de supervisor debería corresponder a trabajadores con un nivel de formación de técnico en construcción, pero ante la carencia de técnicos, este rol generalmente es ocupado por trabajadores con experiencia y personalidad fuerte, pero que tienen un desempeño deficiente, pues no cuentan con competencias de dirección, mando o compromiso organizacional.
En nuestro sector, especialmente en cargos de mediana jerarquía al interior de la obra, son muy importantes las competencias funcionales o técnicas asociadas a cada especialidad. Sin embargo, cada vez adquieren más relevancia las competencias conductuales o sistémicas, como el trabajo en equipo, la capacidad de resolver conflictos, la conducta segura o el respeto por la calidad y cuidado del medio ambiente. Estas habilidades conductuales son hoy en día nuestra carencia más importante y deberían ser consideradas en los currículos de las carreras asociadas al rubro construcción.
Por otra parte, la creciente incorporación de tecnología en los procesos constructivos explica la necesidad de una formación integral. Esto significa que mientras la incorporación de mano de obra crece en forma exponencial y la tecnología se incorpora a procesos constructivos que antes eran manuales (hormigones, pinturas, tabiques), el capital humano encargado de la ejecución de estas actividades se desvaloriza por carecer de una formación de base.